Hoy en día es casi impensable hacer referencia a la diferencia entre sexos a la hora de la profesionalidad, pero si nos remontamos a finales del Siglo XIX, el tema cambia.
En la primera Universidad de Osteopatía en EEUU y más concretamente en Kirksville, un hombre dio entrada a sus clases tanto a hombres como a mujeres. Andrew Taylor Still no hacía distinciones de género, sólo quería que la Osteopatía se aprendiera y utilizara por el bien del ser humano.
La primera mujer osteópata fue NETTIE HUBBARD BOLLES. Tras ver los buenos resultados que obtuvo su madre después de ser tratada diariamente por el Dr. Still, NETTIE le pidió entrar a estudiar la nueva ciencia a lo que Still respondió que una mujer puede aprender cualquier cosa que un hombre pueda aprender. En esa primera clase estaban cinco mujeres, incluida la hija de Still.
NETTIE fue una de los pocos alumnos de Still que repitió el curso de Osteopatía pues éste consideró que en tan solo cuatro meses el curso estaba falto de tiempo para poder transmitir todos sus conocimientos. Con el paso de los años ella fue profesora de Osteopatía.
En la foto de la primera clase de Osteopatía se ven los alumnos (hombre y mujeres) y el profesor con el esqueleto, llamado Colon.
Años después, la calidad de la mujer osteópata no tiene ninguna discusión, pero muchas veces olvidamos las raíces de nuestro oficio y que gracias a que hubo gente que se saltó las normas establecidas, hoy en día tenemos esta profesión que tanto nos apasiona.
Este artículo va dirigido a todas esas mujeres osteópatas que aman su profesión, que nos enseñan y que hacen que la Osteopatía sea cada vez más conocida y respetada. También va dirigido a todos los hombres que tenemos la suerte de trabajar junto a ellas.